17 de febrero de 2015

Insomnio y un viaje interminable.

Hace frío y mis manos tiemblan al escribir. No, no por el frío, sino por el ajetreo del autobús desde el que escribo. Es curioso que mis ideas fluyan en las circunstancias menos pensadas, y tal vez las menos apropiadas.

No sé cómo empezar; hace un instante las palabras revoloteaban en mi mente y ahora, que he tomado mi celular, desaparecen.

Hay mucho qué pensar cuando estamos en el autobús, ¿verdad? Nuestra mente se paraliza por tal borde de ociosidad, que parece que dijera "¿Recuerdas aquella vez que tomaste esa decisión? Qué tonto eres", o empieza a balbucear en nuestra contra, tal cual la mente de Michael Keaton en "Birdman".

En lo que me he puesto a pensar ahora es en el ser humano, desde lo asombrosa que me parece su anatomía, hasta cómo los sucesos que ocurren a lo largo de nuestra vida afectan nuestra forma de pensar.
Por ejemplo, tan solo echen un vistazo hacia atrás en su vida; ¿Recuerdan al niño de 7 años jugando, divirtiéndose y haciendo tareas? Ahora piensen, ¿ese niño de 7 años estaría orgulloso de lo que son ahora?

Exacto.

Cuando somos pequeños somos tan ingenuos, que la vida nos parece tan fácil.
La realidad, mientras tanto, va cambiando conforme crecemos, y ese niño va desapareciendo lentamente.
Sí, puede que todos seamos aun niños por dentro, pero nunca seremos los mismos niños que deseaban ser veterinarios o astronautas.

Es doloroso ver almas que demostraron tanto en algún momento, y ahora llevan el miedo de volver a hacerlo porque les lastimaron ya una vez.
Las personas no son frías porque así sean, sino porque se ven obligadas a serlo.

Hay personas que lloran, lloran tanto al declarar sus sentimientos, y no precisamente por ser sentimentales, sino porque es su forma de decir "hey, te estoy entregando mi corazón. No lo vuelvas a romper, por favor".

A veces es difícil iniciar todo de nuevo, porque lo que teníamos fue destruido en mil y un pedazos. Nos centramos tanto en la sola y errada idea de "se acabó", que no pensamos en "un nuevo inicio". 

Todo va de la mano con todo. El que algo termine, sólo da paso para que algo nuevo inicie. El que ese algo inicie, da paso a muchas más opciones de las que pensamos.

Los errores que cometimos, las decepciones que nos causaron, las tristezas que sentimos, sólo dieron paso a lo que somos en la actualidad. 

La persona que soy ahora, no hubiese podido escribir todo esto si no hubiese vivido todo lo de su pasado. Hay mucho de lo que me arrepiento, sí, y está bien. Todos tenemos la libertad de arrepentirnos, pero al mismo tiempo, me alegro mucho de todo lo pasado.

Ya he olvidado tanto y aceptado mucho, que hoy mi garganta no sufre el nudo que sentía hace tres años.

A lo largo escuché y confirmé que nada se supera, simplemente se acepta y se aprende.