27 de agosto de 2015

Let go

El corazón duele y el viento sigue fluyendo de manera helada en los pasillos. Las manos congeladas tratan de escribir lo que la mente le dicta y su corazón siente. La mente, por su parte, sólo piensa en el suicidio. ¿Por qué? Es simple, ella ya no quiere seguir fingiendo.

Se esconde, día tras día, en una máscara que creó por sí sola y fue moldeada conforme los acontecimientos ocurrían. "Todo está bien" era su mentira favorita. Odiaba ser tomada por tonta, pero cómo se divertía haciéndose pasar por una.

Las mentiras dolían, pero dolía más el hecho de que ella también las usaba. "¿Cómo esperas que alguien sea sincero contigo, cuando tú no lo eres con esa persona?" Su interrogante favorita y aún así la que más detestaba, porque era cierta.

Las lágrimas rodaban con facilidad, ellas ya se conocían el camino de memoria hasta su mentón, al parecer. El frío le congelaba las piernas mientras esperaba en una banca. Al día siguiente vería a sus amigos en ese mismo lugar, sin que ellos supieran la soledad que su ser sintió mientras las estrellas salían.
Ella sabía la respuesta a su dolor, el cómo acabar con eso. Pero, joder, sí que era espantosa.

Aquel viejo y conocido refrán de "Si amas algo, déjalo ir" no podía lucirle más cierto ahora. Estaba enamorada, pero no podían estar juntos. Ya no más. Ella le hacía daño como veneno, y esa persona por quién daba todo tenía muchas otras que eran mejor. Ella sólo estorbaba en su felicidad.

La quería dejar ir, pero dolería.