19 de julio de 2014

Like art

Él quería que ella lo notara.

Tal vez era acosador, pero ya llevaba tanto tiempo observándola desde la oscuridad, que necesitaba que ella lo viera.

De una buena vez.

Ante los ojos de otros, de sus amigos, ella era linda. Sólo linda. Pero para él, era más que sólo su rostro.

Era ella, esa persona callada y reservada. Era su forma de tratar a los pocos con quien hablaba, y su manera de sonreír cuando algo era realmente gracioso.

No, no sólo una "sonrisa educada"; era esa forma en la que sus ojos desaparecían entre sus mejillas cuando sonreía. Como cada uno de sus colmillos aparecían levemente cuando lo hacía, y su cabeza iba un poco hacia adelante cuando todo sucedía.

Él perdía la cabeza.

Ella le hacía perder la cabeza, sin darse cuenta.

Sus palpitaciones eran aceleradas y sus manos sudaban cuando trataba de acercarse a ella. En ocasiones intentó preguntarle la hora, pero ella no usaba reloj. El de su celular, había pensado luego, pero temía.

Temía por todo.

Temía porque ella saliera huyendo, o fuera cortante. Porque él era raro.

Como, realmente raro.

Su cabello no seguía una sola dirección como el de otros chicos, sus ropas no eran combinadas. Y su cara, Jesús, su madre siempre le decía que necesitaba algo de vello facial en ella. Al menos un poco de barba, pareces coreano, le había dicho en una ocasión. Y él sabía que su madre creía que todos los coreanos eran afeminados.

Pero él no podía evitarlo.

Nada de eso.

Adoraba vestir de negro, y no peinarse, y su vello facial no crecía más de un centímetro cada cuatro meses. O más.

Él era raro.

Y ella era arte.

Tal vez sólo fue hecha para ser apreciada por él, desde la lejanía. Tal vez otro tendría el privilegio de tenerla, de hacerla sentir más valiosa de lo que era para él.

Tal vez, ella no estaba destinada a verlo a él.

Nunca.