1 de septiembre de 2011

"Tu Traición" FF Yaoi Original - One Shot


Listening: Because I'm Stupid - SS501

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Thinking: stupid..


Tu traición
Original – One Shot

-Para.. Sabes que esto.. está mal..- dijo con dificultad aquel joven de cabellos negros, recostado en su cama mientras sentía aquella felación por parte de su amante.
-Te gusta, no lo niegues- murmuró el hombre que realizaba aquel acto con anterioridad, con una sonrisa de lujuria en su rostro mientras le masturbaba ahora con cierta rapidez al menor  –no vendrá, cálmate- suspiró antes de empezar a lamer el glande.
-Tú.. deberías estar más.. preocupado..- pronunciaba lentamente el pelinegro, intentando ahogar aquellos gemidos de placer, provocados por las lamidas.
-¿Por qué habría de hacerlo?- susurró aquel hombre de cabellos plateados, deteniendo aquel acto y acercándose al rostro del menor con lentitud –Ren sólo es mi hermano- llevó una de sus manos al rostro ajeno para acariciarlo, apoyando su peso con la otra mano en la cama –me excita verte así de asustado, Sora- susurró antes de probar aquellos labios carmesí con lujuria, dejando suaves mordidas en ellos.

Sora Ogata, un joven tierno y de buenos sentimientos, había sido arrastrado al camino del placer y el engaño por Touya Sotomura, hermano de su pareja, convirtiéndolo así en alguien distinto. No era la primera vez que cometían aquel acto de lujuria, y al parecer ninguno de los dos quería que fuese la última. Llevaban meses encontrándose a escondidas sólo para tener sexo, pues ambos se habían sentido atraídos sexualmente el uno por el otro cuando se conocieron, pero al parecer aquella simple atracción que había sentido Touya al inicio se había convertido en algo más, algo que ni él mismo podía explicar con palabras.

“Te quiero” pensaba el peliplata, con sus ojos cerrados y su cabeza levemente inclinada hacia atrás, mientras embestía con fuerza al menor.
-ahh.. más.. despacio.. idiota- dijo jadeante el pelinegro, aferrándose fuertemente a las sábanas, sintiendo el orgasmo próximo a él.
-con eso.. sólo logras que me excite más..- jadeó, llevando las piernas del menor aún más cerca de sus hombros y empezando a embestirlo con más fuerza, a lo que éste empezó a dar gemidos aún más audibles –baja la voz- murmuró el peliplata, acercando su rostro al ajeno
-no creo..- susurró antes de sentir la mano de su amante tomar su miembro y masturbarle, provocándole arquear su espalda.
–Sora..- musitó el mayor, entrecerrando los ojos –te quiero-
Aquellas palabras fueron desconcertantes para el pelinegro, pues siempre pensó que lo único que deseaba Touya era sólo sexo, al igual que él.
Un gemido mucho más audible a los anteriores se escuchó en aquella habitación, Sora había llegado al clímax, corriéndose entre los dedos de su amante y su pecho; y pocos segundos después, Touya había terminado en su interior.
-No entiendo..- dijo en un suspiro el ojiazul, saliendo con cuidado del interior del ojiambar –cómo es que el estúpido de mi hermano no te ha tocado aún-
Una sonrisa se esbozó en el rostro de Sora al oír tal comentario –Pensé que te gustaba el hecho de que seas el único que me folle- dijo con una risa de por medio, observando al ojiazul sentado ya a su lado.
Una mirada fulminante fue dirigida hacia Sora, por encima del hombro de su amante. Éste sólo se levantó, sin contestar aquel comentario, pues le había enfadado de sobremanera. Empezó a tomar su ropa, tirada en el suelo, y dándole la espalda al pelinegro, comenzó a abotonar su camisa.
-Oye..- le llamó, incorporándose con lentitud sobre la cama -¿qué fue eso?-
-¿Qué fue qué?- preguntó con aspereza, observando de reojo por encima de su hombro al ojiambar.
-Eso.. tú sabes..- musitó desviando la mirada hacia un costado –ese.. te quiero..-
El mayor guardó silencio por un par de segundos antes de suspirar y terminar de ponerse el pantalón -¿Qué más puede ser?- murmuró –me he enamorado de ti-
Un sonrojo se posó en las mejillas del menor y una sonrisa torpe se divisó en sus labios –Touya.. yo no..- fue lo único que pudo pronunciar antes de ser interrumpido por una caricia leve en su mentón por parte de su amante, ya habiéndose acercado a él.
-Sí, lo sé. Sé que lo nuestro no pasará del sexo-  susurró  atrayendo la mirada contraria hacia la de él –Y aunque sé que no me quieres, quiero seguir contigo-
-Nunca dije que no te quería- pronunció suave, observando aquellos orbes azules frente a él –pero sabes que no podemos tener algo más-
-Lo sé, y no me importa. Sólo quiero estar a tu lado para cuidarte, así sea a escondidas- dijo en aquel tono serio que le caracterizaba -Me importas, Sora.. mucho-
Se sentía incómodo con aquellas palabras, nunca había escuchado hablar a Touya con tanta sinceridad y eso le hacía sentir mal, le hacía sentir una mala persona ya que él lo quería, pero no de la misma forma en la que el mayor se lo planteaba.
Transcurrieron varios minutos de silencio, el uno con aquella incomodidad aún en su pecho y el otro esperando algún comentario del otro.
-Vístete, antes de que llegue Ren- habló el mayor por fin, sin dejar pasar otro minuto más.

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Habían pasado ya dos semanas desde el último encuentro entre Sora y su amante, y de cierta forma se sentía un estúpido por dejar que aquellas palabras le afectasen tanto en esa simple relación.
-¿Relación?- se preguntó a sí mismo en un susurró bastante bajo, observando al frente suyo, desconcertado por aquel pensamiento.
-¿Dijiste algo, amor?- preguntó aquel peliplata que caminaba tomado de la mano junto a él, dirigiéndole una sutil mirada.
-¿Eh? No, no dije.. nada- contestó el pelinegro, conectando sus ojos con los ajenos. –Ne, Ren..- susurró volteando su rostro hacia el frente nuevamente -Hace mucho no veo a Touya-
-¿Touya?- preguntó extrañado, pues nunca había visto algún tipo de acercamiento entre su hermano y su novio –Está.. bien, supongo. Casi no pasa en casa, y cuando lo hace se la pasa encerrado en su habitación- dijo acariciando sutilmente la mano ajena -¿Por qué lo preguntas?-
-Simple.. curiosidad- contestó el pelinegro en un susurro, con una torpe sonrisa fingida en su rostro.

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Aquella relajante siesta había sido interrumpida por el molesto sonido de la puerta de su casa.
-Quién demonios..- dijo entre dientes el peliplata, levantándose de su cama y dirigiéndose a la entrada. Una de las cosas más sagradas para Touya era dormir, y detestaba cuando era abruptamente interrumpido mientras lo hacía.
La persona a la que más quería evitar se encontraba allí, en la entrada de su casa, parado frente a él.
-¿Qué quieres?- preguntó arisco el ojiazul, observando a los ojos al menor.
-¿Esa es la forma de tratarme luego de haberme tenido en abstinencia por dos semanas?- contestó con una pregunta –Quiero sexo, Touya-
-Vete, mi hermano no está para que te complazca-
-¡Maldito imbécil!- gruñó de inmediato al escuchar tal comentario –Quiero sexo contigo, y lo sabes- dijo abalanzándose sobre él, cerrando la puerta detrás suyo -¿Qué no me dijiste que me querías?- jaló de la camisa del mayor, atrayéndolo más hacia su rostro.
-Te quiero- susurró –Te quiero, Sora. Pero me di cuenta que quiero algo más contigo, más que sólo sexo y cuidarte de lejos- aquel tono serio volvía a estar presente en cada una de sus palabras.
Un largo silencio entre ambos se hizo presente mientras se observaban; Sora con una expresión de incertidumbre en su rostro, y Touya conteniendo aquellas ganas de follarle.
De repente, el menor se alejó de él y dejó el bolso que llevaba sobre el sofá del salón para luego empezar a quitarse la camiseta.
-Ren no tardará en llegar, no podemos hacerlo-
-A la mierda con tu hermano- murmuró acercándose de nueva cuenta a él, con el torso desnudo –te quiero a ti- enredó sus brazos en el cuello de su amante –quiero sentirte dentro mío, quiero que me folles, maldita sea- gruñó antes de juntar sus labios en un fogoso beso.
Lo que menos deseaba Touya era volver con él, por eso había intentado distanciarse; pero ahí estaba, correspondiendo aquel beso y deslizando su mano por las caderas del menor, con la polla dura y con unas ganas infernales de fallárselo. Su conciencia le castigaba a cada segundo, pero su cuerpo le decía que continuara, y así lo hizo.
-Dímelo de nuevo- jadeó en medio de besos mientras caminaban a ciencia cierta hasta su habitación.
-¿Qué?
-Dime que me quieres solo a mí- susurró mordiéndole la comisura del labio inferior.
-Te quiero.. Solo a ti-
Detente..
 Abrió de un solo golpe la puerta de su habitación y tanteó, junto con el menor, hasta llegar a la cama, donde le recostó con delicadeza mientras le besaba.
Se alejó unos centímetros para poder comenzar a deshacerse de su ropa, quedando sólo en bóxer.
Había extrañado aquella imagen de Sora sobre su cama, semidesnudo, con su rostro sonrojado y una mirada de lujuria hacia él.
Maldita sea, eres demasiado lindo..
Se relamió los labios al quitarle el pantalón y notar el miembro del menor ya erecto por debajo del bóxer.
-¿Tan rápido?- bufó mientras masajeaba con sutileza por encima de la tela.
-Cállate.. Tu también.. Has de estarlo- dijo el ojiambar conteniendo algunos gemidos.
Sonrió leve, y se acercó a los labios contrarios con lentitud para besarlos.

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Deseaba que todo aquello que había visto fuera mentira, sólo una pesadilla. Pero, a fin de cuentas, no lo era; Ren sabía que aquella escena de sexo entre su hermano y su novio había sido real, él lo presencio absolutamente todo con sus propios ojos.
-¿Qué hice mal?- preguntó, sentado en una banqueta no muy lejos de su casa, sabiendo que nadie iba a responder aquella pregunta.
Podía sentir como, por primera vez en muchos años, le invadía la ira. ¿Cuándo había sido la última vez que se sintió así? Ciertamente, el día de la muerte de sus padres.
Frimost
Sintió un fuerte escalofrío recorrer su cuerpo al recordar lo que había hecho tiempo atrás, en la secundaria. Sólo él sabía la verdad de aquello que todos habían creído alguna vez fue un accidente.
-No debo..-
Pero quieres
Aquella voz en su mente le repetía una y otra vez el nombre de aquel demonio, Frimost.
-No quiero terminar como él, no quiero morir- murmuró empuñando las manos.
¿Entonces dejarás que tu hermano y tu novio te sigan viendo la cara de estúpido?

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Habían pasado ya tres días desde aquel acontecimiento presenciado por el peliplata mayor entre su hermano y su novio. Ciertamente, aún se sentía confundido. No sabía qué hacer, o mejor dicho, lo sabía pero no quería admitirlo.
-No pienso hacerlo. Ni siquiera sé por qué estoy aquí- susurró sentado en una de las mesas que se encontraban en la biblioteca, con un libro entre sus manos que titulaba “Magia Negra – Pactos con demonios, Invocaciones y Evocaciones”.
Se sentía nervioso, como si fuese su primera vez en la biblioteca, lo cual no era así pues era alguien que disfrutaba leer y en sus ratos libres permanecía en ese sitio.
Vagamente recordaba los pasos a seguir de aquella evocación que alguna vez presenció, así que no le fue difícil hallar lo que necesitaba.
-Los siete espíritus infernales.. Frimost- susurró bajo, empezando a leer las instrucciones para evocar aquel demonio. –Al menos recordé el día- musitó con una escasa sonrisa en sus labios, empezando a anotar las instrucciones en un cuaderno aparte.

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Llegó la noche de aquel martes, y reunidos los elementos necesarios, empezó la evocación a la luz de la luna en el patio trasero de su casa. Su hermano había salido, así que era muy improbable que lo interrumpa.
Al terminar de pronunciar aquel conjuro, apareció finalmente el demonio frente a sus ojos.. Frimost.
-¡Por Ischyros, concédeme el poder de sembrar el odio y vengarme!- exclamó temeroso, pues el aspecto del demonio era terrorífico.
Éste sólo le sonrió de lado y le entregó una piedra rojiza, portadora de todo su poder; pero Ren había investigado lo suficiente y sabía que no debía tocar la piedra directamente, pues su alma sería absorbida inmediatamente, así que pidió al demonio que la colocara dentro de una caja metálica. Éste extrañamente accedió sin oponerse, y el peliplata sospechaba porque lo hizo.

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-¿Por qué me citaste tan tarde? Casi es media noche, Ren- dijo malhumorado el ojiambar con los brazos cruzados, sentado en el sofá de la sala en casa del ojiazul.
-Quiero dormir contigo esta noche- murmuró el peliplata sentado a su lado, con una expresión que Sora jamás había visto en su rostro, de deseo.
-¿Q-Qué hay de tu hermano?- tartamudeó.
El peliplata dirigió la mirada hacia el suelo antes de poder contestar –Está dormido. No nos interrumpirá, tenlo por seguro-
Sora le observó con incertidumbre por intervalos de segundos antes de que el ojiazul vuelva a hablar –Iré al baño, vuelvo enseguida- dijo levantándose inmediatamente hacia el baño.
El pelinegro se levantó casi tan pronto vio que su novio estaba en el baño y se dirigió a la habitación del peliplata menor.
Su piel se heló por completo al observar varias partes del suelo manchados con sangre.
-Touy..- pronunció débilmente antes de cerrar la puerta de la habitación, sintiendo incertidumbre y preocupación.
Caminó de vuelta hacia el sofá y se apoyó en una pequeña mesa antes de llegar a este, intentando analizar lo que había visto.
Una caja metálica sobre la mesita logró llamar su atención, pero más le llamó la atención aquella piedra rojiza dentro de esta.

Cuando Ren salió del baño, lo único que tenía frente a él era un cuerpo sin vida en el suelo.
-¡Sora!- se acercó de inmediato y lo sostuvo entre sus brazos, empezando a derramar lágrimas de dolor al ver la piedra en la mano del menor. -¡FRIMOST! ¡Aparece maldita sea!- gritaba desesperado, hasta que luego de varios minutos apareció el demonio frente a él.
-Y ahora vengo por tu alma- dijo entre risillas el demonio
-¡Llévame a mí, pero devuélvele el alma a Sora!- suplicaba entre sollozos el peliplata.
-Soy un demonio, ¿esperas que me compadezca de ti, estúpido humano? Esto es lo que tú quisiste. Sabías que el hacer pacto con un demonio no te traería nada bueno, y aún así me evocaste. Todo tiene una causa y un efecto. Ahora, gracias a ti, he llevado dos almas al infierno. Y sigues tú-
Dicho esto, Frimost posó sus garras en todo el rostro del ojiazul y empezó a absorber lentamente su alma, dejando así sólo un cuerpo pálido y con la mirada perdida sobre el suelo de aquella sala, junto al de Sora.

FIN

See you next time :D